Por: Carlos Villacorta Valles
Al
fin y al cabo, cada uno escribe según su mundo interior conceptual,
su ideología y política. Nadie, absolutamente nadie escribe sin
tener nada. En ese sentido, esta ponencia tiene como objeto retomar y
motivar el debate sobre el rol del escritor: o cómo sujeto social
político y transformador o cómo conservador del estado de cosas.
Me
uno a la tesis: el escritor es un sujeto social, ideológico y
político, por tanto, su palabra es un instrumento fundamental que
ayuda a mantener o transformar el mundo. O encendemos la palabra o la
apagamos. Los escritores y artistas junto a nuestro pueblo, estamos
suspendidos en un ayer y un presente de conflictos sociales, lleno de
desigualdad e injusticias, de lo que hagamos ahora contribuiremos en
gran parte con el futuro de equidad, o de desigualdad. Ningún hombre
justo y consciente puede convivir en paz con las injusticias y con el
sistema que los genera.
¡Qué
pasó! Tú no puedes decirnos qué voy a escribir. Cierto, es
cuestión de reflexionar y tomar posición. No estoy negando la
libertad de crear, simplemente digo que la característica
tecnicista y hermética del arte, principalmente de la poesía, aleja
a nuestro pueblo del deleite de su lectura y concurrencia a
conferencias y festivales literarios, porque lo sienten muy lejos de
ellos. –Tampoco niego que el arte debe tener belleza y técnica,
siempre lo mejor para nuestro pueblo- digo ¿cómo no conmoverse ante
un sistema que mata de hambre a sus criaturas, niños, mujeres y
ancianos? Y no es que allá ellos con su rollo, el problema es de
sensibilidad social; La sensibilidad social es base y esencia de la
condición humana, pero, ante todo, es de concepción del mundo, de
ideología y política, creer que la poesía tiene un solo lado
o es aséptica, nos compromete a seguir reflexionando sobre ello.
Si
bien, el ayer no se puede cambiar, pero si se puede aprender de él y
construir algo mejor. Cuando el hombre aparece sobre la tierra, vive
en comunidades fraternales y armónicas, cuyo desarrollo acrecentaba
la vida comunitaria. El artista originario utiliza la oralidad y
representación plástica - pintura y escultura - como un medio de
entender y dominar la realidad, desempeñando un rol decisivo en su
comunidad. Si la caza y la pesca, y después la agricultura, les
resultaba adversos, el artista narraba los mitos cosmogónicos
relacionados con el problema a resolver. Eso no lo podemos olvidar.
Por ejemplo el Poema de Gilgamesh*, escrito aproximadamente el año
2000 a.C. en caracteres cuneiformes y del que se conservan 12
tablillas de arcilla, nos narra sus preocupaciones sobre la
inmortalidad, el sentido de la vida y el dolor humano. Así pues, el
artista y escritor en sus orígenes siempre estuvo comprometido con
las tareas de mejorar la sociedad y la vida.
La
aparición de la propiedad privada como base institucional
socio-económica de distribución Individualista, fractura este
desarrollo, la despiadada aparición de la diferencia entre ricos y
pobres da como nacimiento el esclavismo brutal y la escisión de la
sociedad en clases: una minoría opresora y la gran mayoría
oprimida. Las riquezas, como fin supremo, se consiguen con la
guerra y el saqueo, convertida en industria permanente.
En
este contexto brutal, el arte y la literatura se elitizan, el
escritor, si no pertenece a la clase dominante, sus alegorías y
alabanzas sólo están referidas a esa clase. Platón escribe: “el
poder corruptor de la poesía y su falsedad exige un compromiso
público o cívico que necesita una vigilancia” (…) “y, por lo
que a nosotros toca, nos contentaríamos, por nuestro bien, con
escuchar a otro poeta o fabulista más austero, (…) pero respetuoso
de las normas que establecimos (República,
398a-b).
Platón hace
pues referencia a la actitud moral y política del escritor que es
contraria al sistema y que debe ser perseguida. Además propone un
arte, una poesía y un escritor al servicio de las clases dominantes,
concepción que se replica en el feudalismo, -o “edad
media” según
la burguesía- que sólo canten alabanzas a dios y, de igual manera
en el actual capitalismo, -o “edad
contemporánea o moderna” según
el gusto burgués- que se canten alabanzas al sistema y recuerden a
los grandes héroes.
Todo
arte contrario al capitalismo, -sistema supuestamente libre, donde te
dicen que puedes desplegar con libertad la ideología y política que
profesas-, es vejado y ninguneado. No olvidemos tampoco que, los
artistas y escritores burgueses impulsan y promueven el Romanticismo
como el primer movimiento eminentemente burgués, para alejar el arte
de la vida política y social, aparentando libertad y consolidando el
individualismo –principio básico del capitalismo-. Goethe, por
ejemplo en sus obras alaba la vida y el ideal burgués.
ESTULIN
D. (2014), en su libro El
Club de los Inmortales, nos
enseña: “La
principal forma de control tiene lugar cuando creemos que somos
libres y, en realidad, nos están manipulando y ordenando” (Pág.
71).
Frente
a esta situación, el escritor progresista se encuentra en un dilema
¿Qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué posición tomo? ¿Qué
estudio? ¿Denuncio las injusticias del capitalismo o me quedo
callado? ¿Me pongo del lado del camino del pueblo o el camino de los
que controlan el poder económico? Los artistas burgueses
contestan "una
obra artística no es bella por su contenido moral y político". Claro
no les conviene.
Jorge
Aliaga Cacho, en su interesante artículo “Rol
del escritor” responde: “En
mi opinión el escritor representa su tiempo, no puede desligarse del
compromiso social de su pueblo”, y
consigna múltiples ejemplos de escritores que cumplen este rol. Es
decir, la tarea fundamental del escritor es ponerse en el camino del
pueblo, lo que significa revelar la crueldad y las tretas de las
clases dominantes y señalar la inevitabilidad de su derrota. Por
tanto debe escribir para que lea nuestro pueblo. Hasta ahora sólo
estamos escribiendo para nosotros mismos, en nuestros eventos somos
los mismos escritores. Esto nos crea la necesidad de estudiar la
sociedad y las clases sociales para comprenderlo mejor, cuando esto
suceda, nuestro arte y nuestra literatura tendrán un compromiso con
la liberación definitiva de la humanidad, y diremos con César
Vallejo: "Todo
acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”.
Javier
Heraud, que lo comprendió a los 18 años escribe: “la
poesía es/el grito de los pueblos oprimidos/el nuevo canto/de los
pueblos liberados”.
Ernesto
Cardenal nos dice: “soy
revolucionario porque soy poeta”; “la poesía me llevó a un
monasterio, a la revolución y al pueblo”.
Charles
Chaplin, en su famoso discurso “El
Gran Dictador” sentencia: “El
camino de la vida puede ser libre y bello, pero hemos perdido el
camino”.
Humberto
Eco, al referirse al escritor neutro, ha dicho en el XIV Festival del
Libro de Budapest 2007: “Odio
a los escritores que dicen que escriben para sí mismos. Lo único
que escribimos para nosotros mismos es la lista de las compras”.
Juan
Carlos Onetti en su "Decálogo
más uno para escritores principiantes" nos
recomienda: “No
intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta
cuando le amenazan el bolsillo”.
Repito
los dos clásicos de Bertolt Brecht el primero que lanza al mundo la
parábola del sacerdote Martín Niemöller: “cuando
nazis vinieron por mi…”, como
un hermoso poema con el título "ahora
vienen por mí, pero es demasiado tarde" que
trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a las
tiranías y al capitalismo mafioso. El sermón del sacerdote
dice:“Cuando
los nazis vinieron por los comunistas//me quedé callado; //yo no era
comunista.//Cuando encerraron a los socialdemócratas//permanecí en
silencio; //yo no era socialdemócrata.//Cuando llegaron por los
sindicalistas//no dije nada; //yo no era sindicalista.//Cuando
vinieron por los judíos//No pronuncié palabra; //yo no era
judío.//Cuando vinieron por mí//no quedaba nadie para decir algo”.
Luego
sus versos (de Brecht) cuando denunciaba: ¡”por
cierto que vivo/en una época sombría/el verbo anodino/no es más
que una tontería!/ !Qué tiempos estos en que/hablar de árboles/es
casi un crimen/pues implica/el silencio de tantas fechorías”¡
El
clásico de Mariátegui: “La
burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto
mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y
tasadores” (El artista y la época. Pág. 13). Luego
señala: “Sobre
la suerte de los artistas contemporáneos pesa, excesivamente, la
dictadura de la prensa. Los periódicos –y
la TV- pueden
exaltar al primer puesto a un artista mediocre –mejor
si defiende el sistema- y
puede relegar al último a un artista altísimo. –generalmente
el crítico del sistema. (El
artista y la época. Pág. 16).
Ahora
que notamos un alto crecimiento demográfico de escritores, les
hacemos un llamado, que caminen por el lado de nuestro pueblo. El
imperio económico capitalista está en agonía y su mano criminal
nos ahoga para salvarse, ahoga y neutraliza a los escritores para
salvarse de sus denuncias, sobre todo de la destrucción de nuestra
cultura, de la contaminación y estupidización de la mente de
nuestros niños y jóvenes, de su precoz despertar sexual y su
alejamiento notorio de las buenas lecturas y el estudio. Esta
estupidización y terrorismo mediático es escandaloso, sin límites,
no sólo por la desinformación y las mentiras mediáticas, sino por
la difusión de programetes que son fábrica de personajes insulsos,
eróticos e inflados físicamente, dirigidos a nuestros adolescentes
y niños.
ESTULIN
D. (2014) (ibíd.)** Nos advierte: “Esta
nueva era, la ciencia y la tecnología dominan el mundo (…) no se
desarrollan para beneficiar a la humanidad, ni para controlar y
detener terroristas y criminales. Están diseñados para controlarte
y detenerte a ti (…) se trata de tener el control de todo lo que
hay en el planeta” (pág. 131).
¿Será
que podemos seguir indiferentes o seguir callando? La indiferencia es
la peor de las traiciones. Un día nos preguntarán nuestros niños y
jóvenes, que es lo que hicimos cuando ahogaban las voces de
los pueblos del mundo y los hombres humildes. Para ser directo: ¿qué
hiciste cuando nuestros niños y jóvenes se morían de hambre y
miseria? ¿Qué hiciste cuando los niños y jóvenes no asistían al
colegio porque tenían que trabajar y quemaban tempranamente su
fragilidad, su ternura y su vida? Dirás que eres neutro, dirás que
eres apolítico o buscarás otra justificación absurda. No te
olvides, ese día llegará.
La
poesía, debe ser un canto de libertad, una hermosa herramienta de
diálogo y acercamiento con el pueblo, con los estudiantes, con los
jóvenes, con la cultura, con indignación y rebeldía. Los
escritores estamos obligados a practicar la tierna rebeldía. Sentir,
vivir, reflexionar, practicar y transformar es el signo de nuestros
tiempos. Esa debe ser nuestra razón de vivir y escribir. Ahora
sí, ya no basta sólo interpretar el mundo, sino hay que
transformarlo. Mientras el sueño de la justicia social no sea
olvidado habrá esperanza de una vida mejor. La muerte definitiva es
el olvido, aunque aparentemente viva, nos dice el grande, José
Saramago. MUCHAS GRACIAS.

No hay comentarios:
Publicar un comentario