Por: Jorge Aliaga Cacho
Si aceptamos como definición general que la literatura es un Arte
que usa como instrumento la palabra. Nos toca entonces definir si los
escritores y los valores estéticos, los textos de sus obras
literarias, pueden influenciar el devenir histórico, político y
social de los pueblos. La historia muestra evidencia que ello no
solamente es posible sino que ha sido determinante en el desarrollo
social de la humanidad. En el marco de las transformaciones
ocurridas, en el Perú, por ejemplo, durante la explotación del
guano, cuando una burguesía fiscal, unida a los terratenientes,
golpeó al militarismo con el partido civilista, plutocrático. En
ese marco histórico, al finalizar la Guerra del Pacífico, Manuel
Gonzáles Prada dirigía un movimiento renovador en un llamado
“Círculo Literario” y, luego, en el Partido Nacional (1891).
Gonzáles Prada predicaba una política de revancha contra Chile, de
unión nacional contra el centralismo limeño, contra la oligarquía
política e intelectual, contra la hegemonía literaria española,
contra la Academia y, sobre todo, contra el clero.” Como lo afirma
Mariátegui en sus “7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana”, citando a Gonzáles Prada: ´toda actitud literaria,
consciente o inconscientemente refleja un sentimiento y un interés
políticos. La literatura no es independiente de las demás
categorías de la historia´- Gonzáles Prada finalmente nos dejaría
su grito en el Teatro Politeama, en 1888, “los viejos a la tumba
los jóvenes al poder”. Se refería a esos viejos que tenían
responsabilidad por lo acontecido en el pasado.
En materia literaria Gonzáles Prada fue crítico severo de los
arcaísmos y tradicionalismos. Luego vendría la generación de sus
discípulos que continuarían y enfocarían su obra: José Carlos
Mariátegui, César Vallejo, Victor Raúl Haya de la Torre, Luís
Alberto Sánchez, entre otros que se destacaron, además de la
literatura, en la vida política del país. En Europa Gonzáles Prada
conocería a Renan, también a Pi Margall. En 1898 regresaría como
siempre, combativo y con una evolución hacía un cierto tipo de
socialismo que Luís Alberto Sánchez lo tipificaría como
sentimental a pesar de que Gonzáles Prada tenía respeto por la
ciencia. En mi opinión el escritor representa a su tiempo, no puede
desligarse del compromiso social de su pueblo. Ejemplo digno es José
Martí que se entregara tanto a su obra estética como a la acción
política. A Martí a la edad de 16 años lo encarcelan seis años
por considerarlo sospechoso de poseer ideas revolucionarias. Luego lo
deportan a Madrid. Allí publica su obra “La república española
ante la revolución de Cuba”. En su ensayo “Nuestra América”
defiende magistralmente nuestros valores autóctonos y confronta las
ideas que Sarmiento proponía en Argentina:´el mejoramiento de la
raza por medio de la eliminación del indio´. Si no hubiese sido por
las ideas y escritos de Martí, hoy no tendríamos población nativa
en nuestro país, como ocurre en Argentina o Uruguay, en este último
eliminaron a los Charrúas. En los Estados Unidos, Mark Twain,
(Samuel Clemens), 1835-1910, significó la reivindicación de lo
humano. Luís Alberto Sánchez, sin embargo, propone que Twain era un
moralista incapaz de admitir la concupiscencia, que en la moral
católica representa "el deseo de los bienes terrenos, el
apetito desordenado de los placeres deshonestos” como lo plantea
Max Weber en “La ética protestante y el espíritu del
capitalismo”.´Otro registro de interés social se puede apreciar
en “The adventures of Huckleberry Finn” donde Twain muestra la
característica emprendedora, entusiasta y positiva del
norteamericano. Lo saludable en Norteamérica. Obras de Twain como
“Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, que es una bufonada, y
otras, ejercieron gran influencia en las mentes y el sentir de los
habitantes estadounidenses. Geroge Orwell y Graham Greene, en el
Reino Unido, son autores que denuncian las injusticias sociales, el
primero desde posiciones socialistas y el segundo desde su fe
católica. Orwell en su novela “1984”, publicada en 1949 anticipa
´un futuro controlado por un poder dictatorial que a través de los
medios de comunicación manipula las conciencias´. Jean Paul Sartre,
en Francia, fue crítico de la sociedad y el sistema imperantes. Fue
un pensador influyente en los ambientes progresistas. También fue
una bandera de la revuelta de mayo. Junto a Sartre, que rechazó el
Premio Nobel en 1964, destacan en Francia : Albert Camus, Simone de
Beauvoir y, el escritor más joven del grupo existencialista, Boris
Vian. En Alemania le ocupó una gran labor política a Bertold Brecht
que en 1933 había huido de las garras de Hitler al que llamó
´pintor de brocha gorda´. Brecht atacó a los nazis con
reformulaciones de obras antiguas. En Rusia, Maiakowski tuvo una
significativa actividad política en apoyo a la Revolución Rusa y,
con ese objetivo, dirigió un gran número de revistas para impulsar
la propuesta soviética. De igual forma, en Rusia, Serguéi Esenin,
participó con optimismo en la primera parte de la revolución
bolchevique pero por provenir del mundo del agro criticó luego el
exceso de industrialización en el país que afectaba al campo. En
China, a la muerte de Mao, en 1976, los autores purgados durante la
Revolución Cultural fueron rehabilitados. De esta forma se superaba
la crisis ocasionada por lo que se considera un error de Mao. Sin
embargo esta inicial apertura devino en los sucesos de la Plaza de
Tiananmen en 1989. El año 2000, Gao Xingjian se convierte en el
primer escritor chino en recibir el Premio Nobel en Literatura. En
México se destaca la figura de José Vasconcelos, gran influencia en
el pensamiento latinoamericano. Su obra “La raza cósmica”
elimina la propuesta fascista de “la raza superior”, proponiendo
el advenimiento de una raza nueva conformada por la suma de lo mejor
de todas las razas. En Suramérica, García Márquez con su
fantasioso Macondo ha denunciado y golpeado a las bananeras que
existían en realidad cuando leíamos “Cien años de soledad”.
Nicanor Parra y Neruda en Chile; Ernesto Cardenal en Nicaragua; José
María Arguedas y César Vallejo en el Perú; han amado a sus pueblos
y, precisamente por ello, han luchado por un cambio social. Y este
aporte al mensaje de liberación de nuestros pueblos viene desde
distintas perspectivas. Leoncio Bueno, en el Perú, por ejemplo, con
su incorrupta posición anárquica cumple una función liberadora. El
padre Gutiérrez, con su Teología de la Liberación, hace lo propio.
La literatura oral de nuestras comunidades nativas, sus canciones,
dramas, lenguajes y culturas, forman parte del material literario que
alimenta el discurso del escritor. Al decir escritor no me refiero al
mal llamado escritor que el sistema imperante promueve. No me refiero
a esos falsos escritores que son formateados en los espacios de la
gran media, gente que se presta al juego del sistema permitiendo que
la clase dominante implemente su hegemonía en el campo de la
cultura. El sistema nos vende a este tipo de 'escritores' para
confundir a la población y no le permitan reconocer a sus verdaderos
escritores. Por ello es importante que todas las organizaciones de
escritores, sin discriminación alguna, se organicen para pedir la
promulgación de una Ley del Escritor que defienda la condición del
mismo, dotarle de beneficios en seguridad social y promoción de su
actividad literaria. Defenderlos de las mafias editoriales. El deber
de todo escritor es buscar la unidad de todos para contrarrestar la
hegemonía cultural, como lo propone Gramsci, que se manifiesta en la
imposición de valores culturales que nada tienen que ver con los
nuestros. Neutralizar los mensajes que embrutecen al pueblo y lo
conminan a la ignorancia. Pero también como lo diría García
Márquez: “el deber de todo escritor es escribir bien”.

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